Las papas son protagonistas habituales en la cocina, tanto por su versatilidad como por su sabor.
Sin embargo, no siempre sabemos cómo conservarlas correctamente para evitar que se arruinen antes de tiempo.
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Por suerte, existen formas sencillas de extender su vida útil durante varios meses si se siguen ciertos cuidados básicos.
Aunque en condiciones normales pueden durar entre una semana y dos meses, si se almacenan como corresponde, pueden mantenerse en buen estado hasta por seis meses.
Lo importante es entender qué factores afectan su frescura.
¿Por qué se pudren o brotan?
La papa es un tubérculo rico en almidón y con una piel que, aunque actúa como protección natural, no la resguarda completamente de la humedad, el calor o la luz.
Cuando se expone a estos factores, comienza a brotar, deshidratarse o, en el peor de los casos, pudrirse.
El tipo de papa también influye. Las de piel gruesa, como las papas negras o russet, aguantan más por su cáscara resistente.
En cambio, las papas de piel fina, como las coloradas o amarillas, suelen estropearse con más facilidad, por lo que es importante consumirlas primero o prestarles mayor atención.
¿Dónde y cómo guardarlas?
El ambiente ideal para conservar papas debe ser fresco, seco y oscuro. Un mueble de cocina ventilado, una despensa o incluso una caja de cartón en un lugar sin humedad pueden funcionar muy bien.
Evitá guardarlas en la heladera, ya que el frío transforma el almidón en azúcar, dándoles un sabor extraño y una textura arenosa.
En lugar de bolsas plásticas, optá por bolsas de papel, tela o arpillera. Estos materiales permiten que las papas “respiren” y ayudan a evitar la acumulación de humedad, principal causa del moho.
Y algo clave: mantenelas alejadas de las cebollas y las manzanas. Estos alimentos liberan un gas llamado etileno que acelera el deterioro de las papas.
También es recomendable revisar cada tanto que no haya ninguna con brotes o partes blandas. Si hay una sola en mal estado, puede afectar a las demás.
Otras frutas y verduras que tampoco van en la heladera
Así como las papas necesitan un entorno ventilado, hay otros alimentos que conviene guardar de la misma forma para que no pierdan sabor ni textura:
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Cebolla: conservar en un lugar seco y fresco, lejos de las papas.
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Ajo: mantener en un frasco o recipiente con tapa en un lugar oscuro y sin humedad.
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Banana: dejarlas a temperatura ambiente, lejos del frío que acelera el oscurecimiento.
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Zanahoria: guardarlas en un cajón o caja ventilada sin exponerlas al frío directo.
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Zapallo: idealmente conservar en un lugar seco, lejos del sol, para que dure varias semanas.
Con estos consejos simples vas a poder evitar desperdicios, ahorrar dinero y tener siempre a mano ingredientes frescos y listos para cocinar.
Un buen almacenamiento hace la diferencia.